20 Y levantándose, vino á su padre. Y como aun estuviese lejos, viólo su padre, y fué movido á misericordia, y corrió, y echóse sobre su cuello, y besóle.
21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
22 Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies.
23 Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta:
3 He aquí, heredad de Jehová son los hijos: Cosa de estima el fruto del vientre.
4 Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud.
5 Bienaventurado el hombre que hinchió su aljaba de ellos: No será avergonzado Cuando hablare con los enemigos en la puerta.
6 Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.
26 En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos.
24 Mucho se alegrará el padre del justo: Y el que engendró sabio se gozará con él.
24 El que detiene el castigo, á su hijo aborrece: Mas el que lo ama, madruga á castigarlo.
7 El justo que camina en su integridad, Bienaventurados serán sus hijos después de él.
12 Honra á tu padre y á tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.
13 Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
15 Y si mal os parece servir á Jehová, escogeos hoy á quién sirváis; si á los dioses á quienes siervieron vuestros padres, cuando estuvieron de esotra parte del río, ó á los dioses de los Amorrheos en cuya tierra habitáis: que yo y mi casa serviremos á Jehová.