24 Y levantándose de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo ser escondido.
25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó a sus pies.
26 Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.
27 Más Jesús le dijo: Deja primero saciarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos.
28 Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.
29 Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.
30 Cuando fue a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija echada sobre la cama.