9 seguros de que el Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñoreará más de él.
22 Bendecid al SEÑOR todas sus obras en todos los lugares de su señorío. Bendice, alma mía al SEÑOR.
8 Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;
9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que las mismas aflicciones han de ser cumplidas en la compañía de vuestros hermanos que están en el mundo.
8 Así que, los que son carnales no pueden agradar a Dios.
9 Mas vosotros no sois en la carne, sino en el Espíritu, por cuanto el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu del Cristo, el tal no es de él.
13 Mem Tu reino es reino de todos los siglos, y tu señorío en todas generaciones.
20 Mas nuestra vivienda es en los cielos; de donde también esperamos el Salvador, al Señor Jesús, el Cristo;
21 el cual transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con la cual puede también sujetar a sí todas las cosas.
7 Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza.
13 Veía en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de gran edad, y le hicieron llegar delante de él.
14 Y le dio señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su Reino que no se corromperá.
22 Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe,
23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
5 Vosotros también, poniendo toda diligencia en esto mismo, mostrad en vuestra fe, virtud; y en la virtud, ciencia;
6 y en la ciencia, templanza; y en la templanza, paciencia; y en la paciencia, temor de Dios;
7 y en el temor de Dios, amor fraternal; y en el amor fraternal, caridad.
13 que nos libró de la potestad de las tinieblas, y nos traspasó en el Reino de su amado Hijo,
14 en el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados.
24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas uno lleva el premio? Corred pues de tal manera que lo toméis.
25 Y todo aquel que lucha, en todo demuestra templanza; y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; mas nosotros, una incorruptible.
26 Así que, yo de esta manera corro, no como a cosa incierta; de esta manera peleo, no como quien hiere el aire;
27 antes sujeto mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; para que predicando a los otros, no me haga yo reprobado.
11 Porque la gracia de Dios que trae salvación, se manifestó a todos los hombres.
12 Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, justa, y píamente,
13 esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesús, el Cristo.
2 El señorío y el temor están con Dios ; El hace paz en sus alturas.
7 Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, templados, y velad en oración.
19 En las muchas palabras no falta rebelión; mas el que refrena sus labios es prudente.
6 Porque niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado es asentado sobre su hombro. Y se llamará El Admirable, El Consejero, El Dios, El Fuerte, El Padre Eterno, El Príncipe de Paz.
7 La multitud del señorío, y la paz, no tendrán término sobre el trono de David, y sobre su Reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo del SEÑOR de los ejércitos hará esto.
20 la cual obró en el Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole a su diestra en los lugares celestiales,
21 sobre todo principado y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino aun en el venidero:
4 que cada uno de vosotros sepa tener su vaso en santificación y honestidad;
5 no con afecto de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios:
2 Las señales y milagros que el alto Dios ha hecho conmigo, conviene que yo las publique.
3 ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su Reino, Reino sempiterno, y su señorío hasta generación y generación.
9 Y si no tienen don de continencia, cásense; que mejor es casarse que quemarse.
11 El loco da rienda suelta a todo su espíritu; mas el sabio al fin lo sosiega.
22 Porque de la manera que en Adán todos mueren, así también en el Cristo todos serán vivificados.
23 Mas cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.
24 Luego el fin; cuando entregará el Reino al Dios y al Padre, cuando quitará todo imperio, y toda potencia y potestad.
25 Porque es necesario que él reine, hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies.
13 No os ha tomado tentación, sino la humana; mas fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar ; antes dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar.
32 Mejor es el que tarde se aíra que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
1 Pues que el Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también estad armados del mismo pensamiento; que el que ha padecido en la carne, cesó de pecado;
2 para que ya el tiempo que queda en la carne, viva, no a las concupiscencias de los hombres, sino a la voluntad de Dios.
3 Porque nos debe bastar que el tiempo pasado de nuestra vida hayamos hecho la voluntad de los gentiles, cuando conversábamos en lascivias, en concupiscencias, en embriagueces, en glotonerías, en orgías, y en abominables idolatrías.
4 Y esto parece cosa extraña a los que os vituperan, que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución;
5 los cuales darán cuenta al que está aparejado para juzgar a los vivos y a los muertos.
28 Como ciudad derribada y sin muro, es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.