23 retengamos firme la profesión de nuestra esperanza, que fiel es el que prometió.
13 Y el Dios de esperanza os llena de todo gozo y paz creyendo; para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.
23 retengamos firme la profesión de nuestra esperanza, que fiel es el que prometió.
10 Que por esto aún trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, el cual es Salvador de todos los hombres, y mayormente de los fieles.
24 Esforzaos y esfuércese vuestro corazón todos los que esperáis en el SEÑOR.
13 Y el Dios de esperanza os llena de todo gozo y paz creyendo; para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.
11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dijo el SEÑOR, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
15 sino santificad al Señor Dios en vuestros corazones, y estad siempre aparejados para responder a cada uno que os demande razón de la esperanza que está en vosotros; y esto con mansedumbre y reverencia,
4 Hay un cuerpo, y un espíritu; como sois también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;
31 pero los que esperan al SEÑOR tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas, como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
7 El SEÑOR te guardará de todo mal; el guardará tu alma.
8 El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada, desde ahora y para siempre.
22 Sea tu misericordia, oh SEÑOR, sobre nosotros, como te hemos esperado.
5 He Encamíname en tu verdad, y enséñame; porque tú eres el Dios de mi salud; a ti he esperado todo el día.
12 La esperanza que se prolonga, es tormento del corazón; mas árbol de vida es el deseo cumplido.
3 Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, que según su grande misericordia nos ha engendrado de nuevo en esperanza viva, por la resurrección de Jesús, el Cristo, de los muertos:
1 Es pues la fe, la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.
25 Pues si lo que no vemos lo esperamos, por paciencia lo esperamos.
1 El espíritu del Señor DIOS es sobre mí, porque me ungió el SEÑOR; me envió a predicar a los abatidos, a atar las llagas de los quebrantados de corazón; a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
27 a los cuales quiso Dios hacer notorias las riquezas de la gloria de este misterio en los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,
5 Dichoso aquel en cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza es en el SEÑOR su Dios;
2 Bet Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos.
3 Guímel Ciertamente ninguno de cuantos en ti esperan será avergonzado; serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dijo el SEÑOR, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué bramas contra mí? Espera a Dios; quien es la salud de mi rostro, y el Dios mío.
3 Y cualquiera que tiene esta esperanza en él, se purifica, como él también es limpio.
24 Porque en esperanza somos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, no lo espera.
25 Pues si lo que no vemos lo esperamos, por paciencia lo esperamos.
24 Esforzaos y esfuércese vuestro corazón todos los que esperáis en el SEÑOR.
114 Mi escondedero y mi escudo eres tú; a tu palabra he esperado.
15 sino santificad al Señor Dios en vuestros corazones, y estad siempre aparejados para responder a cada uno que os demande razón de la esperanza que está en vosotros; y esto con mansedumbre y reverencia,
5 y la esperanza no será avergonzada; porque el amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado.
24 Chet : Mi parte es el SEÑOR, dijo mi alma; por tanto a él esperaré.
81 CAF Desfalleció de deseo mi alma por tu salud, esperando a tu palabra.
22 Sea tu misericordia, oh SEÑOR, sobre nosotros, como te hemos esperado.
18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su llamado, y cuáles sean las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
1 Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por el Señor nuestro, Jesús, el Cristo;
2 por el cual también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes , y nos gloriamos en la esperanza de la gloria (de los hijos) de Dios.
1 Es pues la fe, la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.
7 para que, justificados por su gracia, seamos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.
5 Con tremendas cosas, nos oirás en justicia, oh Dios de nuestra salud, esperanza de todos los fines de la tierra, y las lejuras del mar.
5 Esperé yo al SEÑOR, esperó mi alma; a su palabra he esperado.
7 Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza en ti está.
12 Así que, teniendo tal esperanza, hablamos con mucha confianza;
13 Mas ahora permanece la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres cosas; pero la mayor de ellas es la caridad.
3 sin cesar acordándonos de la obra de vuestra fe, y del trabajo y caridad, y del esperar con la esperanza del Señor nuestro, Jesús, el Cristo, delante del Dios y Padre nuestro.
4 habiendo oído vuestra fe en el Cristo Jesús, y la caridad que tenéis para con todos los santos,
5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos; la cual habéis oído ya por la palabra de la verdad del Evangelio;
3 Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, que según su grande misericordia nos ha engendrado de nuevo en esperanza viva, por la resurrección de Jesús, el Cristo, de los muertos:
3 Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré a ti, y esperaré.
5 Alma mía, en Dios solamente reposa; porque de él es mi esperanza.
17 A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas inciertas, sino en el Dios viviente, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos;
16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver; al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.
3 Y no sólo esto , más aún nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
4 y la paciencia, experiencia; y la experiencia, esperanza;
13 Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen. Que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.
14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús.
5 y la esperanza no será avergonzada; porque el amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado.
11 ¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué bramas contra mí? Espera a Dios; quien es la salud de mi rostro, y el Dios mío.
20 Nuestra alma esperó al SEÑOR; nuestra ayuda y nuestro escudo es él.
114 Mi escondedero y mi escudo eres tú; a tu palabra he esperado.
28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.
12 La esperanza que se prolonga, es tormento del corazón; mas árbol de vida es el deseo cumplido.
7 Yo empero al SEÑOR esperaré, esperaré al Dios de mi salud; el Dios mío me oirá.
12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración;
17 Vanidad es el caballo para la salud; con la grandeza de su fuerza no librará.
18 He aquí, el ojo del SEÑOR sobre los que le temen, sobre los que esperan su misericordia;
19 para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en el hambre.
18 Porque no para siempre será olvidado el humilde; ni la esperanza de los pobres perecerá para siempre.