4 Cantad a Dios, cantad salmos a su Nombre; ensalzad al que cabalga sobre los cielos; JAH es su Nombre, y alegraos delante de él.
5 Padre de huérfanos y defensor de viudas, es Dios en la morada de su santuario;
3 Haced derecho al pobre y al huérfano; haced justicia al pobre y al menesteroso.
9 Así habló el SEÑOR de los ejércitos, diciendo: Juzgad juicio verdadero, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano;
10 no agraviéis a la viuda, ni al huérfano, ni al extranjero, ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano.
9 El SEÑOR, el que guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda levanta; y el camino de los impíos trastorna.
22 A ninguna viuda ni huérfano afligiréis.
23 Que si tú llegas a afligirle, y él a mí clamare, ciertamente oiré yo su clamor;
24 y mi furor se encenderá, y os mataré a cuchillo, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos.
18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
12 Porque libraba al pobre que gritaba, y al huérfano que carecía de ayudador.
13 La bendición del que se iba a perder venía sobre mí; y al corazón de la viuda daba alegría.
17 aprended a hacer el bien. Buscad juicio. Restituid al agraviado. Oíd en derecho al huérfano. Amparad a la viuda.
27 La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo.