6 Humillaos pues debajo de la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce cuando fuere tiempo,
7 echando toda vuestra solicitud en él; porque él tiene cuidado de vosotros.
5 Sean las costumbres vuestras sin avaricia, contentos de lo presente (porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.)
5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones del Cristo, así abunda también, por Cristo, nuestra consolación.
7 Bueno es el SEÑOR para fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.
50 Esta es mi consolación en mi aflicción, porque tu dicho me vivificó.
28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.
11 Que pone a los humildes en altura, y los enlutados son levantados a salud.
3 El que sana a los quebrantados de corazón, y el que liga sus heridas.
1 Al Vencedor: a los hijos de Coré: Salmo sobre Alamot. Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
6 Por nada estéis afanosos; sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en todo con oración y ruego y acción de gracias.
2 SEÑOR, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio.
22 También, pues, vosotros ahora ciertamente tenéis tristeza; mas otra vez os veré, y se gozará vuestro corazón, y nadie quitará de vosotros vuestro gozo.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación,
4 el que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
5 Porque un momento hay en su furor; mas en su voluntad está la vida: por la tarde durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría.
28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.
29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
1 El espíritu del Señor DIOS es sobre mí, porque me ungió el SEÑOR; me envió a predicar a los abatidos, a atar las llagas de los quebrantados de corazón; a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
2 a publicar el año de la buena voluntad del SEÑOR, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados.
3 A ordenar en Sion a los enlutados, para darles gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar del luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío del SEÑOR, para gloria suya.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación,
4 el que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones del Cristo, así abunda también, por Cristo, nuestra consolación.
6 Pero si somos atribulados, es por vuestra consolación y salud; la cual es obrada en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos; o si somos consolados, es por vuestra consolación y salud;
7 y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo seréis de la consolación.
8 Y el SEÑOR es el que va delante de ti; él será contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas, ni te intimides.
18 Tsade Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón; y a los molidos de espíritu salvará.
16 y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que permanece con vosotros para siempre:
17 Al Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis; porque permanece con vosotros, y será en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
27 La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
2 Y no os conforméis a este siglo; mas trasformaos por la renovación de vuestra alma, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
9 Y será el SEÑOR refugio al humilde, refugio para el tiempo de angustia.
4 Una cosa he demandado al SEÑOR, ésta buscaré; que esté yo en la Casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR, y para inquirir en su templo.
5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me esconderá en el escondrijo de su tienda; en roca me pondrá alto.
11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dijo el SEÑOR, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
19 Y por eso los que son afligidos según la voluntad de Dios, encomiéndenle sus almas, como a fiel Criador, haciendo bien.
10 No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios, que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en el Cristo Jesús.
4 Bienaventurados los que lloran (enlutados) , porque ellos recibirán consolación.
24 Porque no menospreció ni abominó la aflicción del pobre en espíritu , ni de él escondió su rostro; y cuando clamó a él, le oyó.
3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo será con ellos y será su Dios.
4 Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas son pasadas.
17 De manera que si alguno es en Cristo, son nueva creación; las cosas viejas pasaron; he aquí todo es hecho nuevo.
22 Echa sobre el SEÑOR tu carga, y él te sustentará; nunca permitará que resbale el justo.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno ; porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me confortarán.
13 Como el varón a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y sobre Jerusalén tomaréis consuelo.
29 Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o heredades, por causa de mí y del Evangelio,
30 que no reciba cien tantos ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.
33 Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis apretura; mas confiad, yo he vencido al mundo.
5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
8 Mis huidas has contado tú; pon mis lágrimas en tu odre, ciertamente en tu libro.
17 El SEÑOR está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cantar.
13 Y el Dios de esperanza os llena de todo gozo y paz creyendo; para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.