7 Vosotros maridos, igualmente, habitad con ellas sabiamente, dando honor a la mujer, como a vaso más frágil, y como a herederas juntamente de la gracia de la vida; para que vuestras oraciones no sean impedidas.
11 Las mujeres asimismo honestas, no detractoras; templadas, fieles en todo.
9 Asimismo también las mujeres, ataviándose de manera honesto, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, u oro, o perlas, o vestidos costosos,
24 Sámec Hizo telas, y vendió; y dio cintas al mercader.
25 Aín Fortaleza y gloria es su vestidura; y en el día postrero reirá.
26 Pe Abrió su boca con sabiduría; y la ley de misericordia está en su lengua.
27 Tsade Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde.
10 Alef Mujer valiente, ¿quién la hallará? Porque su valor pasa largamente a la de piedras preciosas.
11 Bet El corazón de su marido está en ella confiado, y no tendrá necesidad de despojo.
12 Guímel Ella le dará bien y no mal, todos los días de su vida.
13 Dálet Buscó lana y lino, y con voluntad labró con sus manos.
14 He Fue como navío de mercader; trae su pan de lejos.
15 Vau Se levantó aun de noche, y dio comida a su familia, y ración a sus criadas.
16 Zain Consideró la heredad, y la compró; y plantó viña del fruto de sus manos.
17 Het Ciñó sus lomos de fortaleza, y esforzó sus brazos.
18 Tet Gustó que era buena su granjería; su candela no se apagó de noche.
19 Yod Aplicó sus manos al huso, y sus manos tomaron la rueca.
20 Caf Alargó su mano al pobre, y extendió sus manos al menesteroso.
1 Asimismo vosotras, mujeres, sed sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la Palabra, sean ganados sin palabra por la conversación de sus mujeres,
2 considerando vuestra casta conversación, que es en temor.
3 El adorno de las cuales no sea exterior con peinado ostentoso, y atavío de oro, ni en compostura de ropas;
4 sino el adorno interior del corazón sea sin corrupción, y de espíritu agradable, y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios.
5 Porque así también se ataviaban en el tiempo antiguo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, siendo sujetas a sus maridos;
6 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras sois hechas hijas, haciendo bien, y no sois espantadas de ningún pavor.
3 Las ancianas, asimismo, se distingan en un porte santo; no calumniadoras, no dadas al mucho vino, maestras de honestidad;
4 que enseñen a las mujeres jóvenes a ser prudentes, a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos,
5 a que sean templadas, castas, que tengan buen cuidado de la casa, excelentes, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y a tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti.
22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor.
23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como el Cristo es cabeza de la Iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo.
24 Así que, como la Iglesia está sujeta al Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
1 La mujer sabia edifica su casa; mas la loca con sus manos la derriba.
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó.
28 Y los bendijo Dios; y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
18 Y dijo el SEÑOR Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda que esté delante de él.
11 Mas ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón, en el Señor.
12 Porque como la mujer salió del varón, así también el varón nace por la mujer; todo, sin embargo, sale de Dios.
8 Oye, hijo mío, el castigo de tu padre, y no deseches la ley de tu madre;