7 mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión con él, entre nosotros, y la sangre de Jesús, el Cristo, su Hijo nos limpia de todo pecado.
6 Porque el Cristo, cuando aún éramos flacos, a su tiempo murió por los impíos.
9 Mas yo alabándote con voz de confesión te sacrificaré; Pagaré lo que prometí. Al SEÑOR sea el salvamento.
18 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte;
19 y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, y azoten, y cuelguen en un madero; mas al tercer día resucitará.
45 Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos.
36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son a ti posibles; traspasa de mí este vaso; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.
28 así también el Cristo es ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos; la segunda vez se manifestará para salud a los que sin pecado lo esperan.
32 El que aun a su propio Hijo no escatimó, antes lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
14 ¿cuánto más la sangre del Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios viviente?
28 como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
3 Hacer justicia y juicio es al SEÑOR más agradable que sacrificio.
28 y desnudándole, le echaron encima un manto de grana;
29 y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le burlaban, diciendo: ¡Hallas gozo, rey de los Judíos!
24 Porque cualquiera que quisiere salvar su alma, la perderá; y cualquiera que perdiere su alma por causa de mí, éste la salvará.
13 Andad pues, y aprended qué cosa es: Misericordia quiero, y no sacrificio; porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a arrepentimiento.
3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo yo aprendí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;
4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumentos de iniquidad; antes presentaos a Dios como resucitados de los muertos, y vuestros miembros a Dios, por instrumentos de justicia.
2 y andad en caridad, como también el Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros por ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave.
13 Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno su alma por sus amigos.
46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, dió el espíritu.
9 Honra al SEÑOR de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos;
14 Que se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, seguidor de buenas obras.