10 Quita pues la tristeza de tu corazón, y aparta el mal de tu carne; porque la niñez y la juventud son vanidad.
7 No seas sabio en tu propia opinión; teme al SEÑOR, y apártate del mal;
8 porque será medicina a tu ombligo, y tuétano a tus huesos.
8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.
8 Porque el ejercicio corporal es provechoso para un poco; mas la piedad a todo aprovecha, porque tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
24 Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina a los huesos.
19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, (el cual está) en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
20 Porque comprados sois por (gran) precio; glorificad, pues, (y traed) a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
3 El que sana a los quebrantados de corazón, y el que liga sus heridas.
22 El corazón alegre hará bien como una medicina; mas el espíritu triste seca los huesos.
2 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que seas sano, así como tu alma está en prosperidad.
12 La esperanza que se prolonga, es tormento del corazón; mas árbol de vida es el deseo cumplido.
25 Mas al SEÑOR vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.
12 Mas oyéndolo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.